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Narrativa pedagógica

Narrativa Pedagógica

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Elaborado por: Pau Armendáriz

Realmente nunca me consideré una maestra excluyente, pues según recuerdo nunca dije “no” al acceso de algún NN al aula. El primer momento de conciencia sucedió en Análisis de la Práctica Docente al enfrentarme al enunciado “Siento que estoy tratando a algunos alumnos como si fueran objetos impersonales” del test “Inventario de Burnout de Maslach».

Desde el primer día que Karla llegó al aula sus características saltaron a la vista: una niña diagnosticada con autismo, que se trasladaba arrastrándose por el suelo con rutinas muy marcadas y sensibilidad ante los sonidos fuertes. La integré al grupo sin dudar.

Karla siempre estuvo dentro del aula, pero no modifiqué mis planeaciones pensando en ella, ocasionalmente las actividades eran ruidosas, y las instrucciones generales. Karla solía quedarse al margen porque “como no daba problemas” nunca la entendí. A veces se cubría los oídos o se alejaba. Yo pensaba que con permitirle estar ya era suficiente. “La dejo ser”, me decía, sin darme cuenta de que en realidad la estaba dejando sola, la estaba tratando como un objeto impersonal.

El despertar sucedió en el curso de Prácticas Inclusivas donde escuché una idea que me removió por dentro: “Aceptar no es incluir. Incluir es generar condiciones para que todos participen y aprendan”. Comprendí que no había sido inclusiva, sólo había sido pasiva. Nunca adapté estrategias, nunca pregunté qué necesitaba.

Aunque Karla se fue, desde entonces pienso en ella para transformar mi práctica: comienzo a planificar pensando en la diversidad real del grupo, busco apoyos visuales, auditivos, ofrezco opciones para participar y hago ajustes razonables. Porque ahora sé que querer no basta. Incluir implica también actuar